viernes, 7 de marzo de 2008

arte curativo del tacto

El ser humano, a lo largo de los tiempos, ha ido privándose y distanciándose, y de una manera un tanto extraña, del arte curativo del tacto. Muchas veces somos capaces de acariciar al perro, gato o caballo de un amigo antes que a él. Esta timidez adquirida no nos permite reflejar nuestros impulsos naturales.

Por intuición, si hace frío nos frotamos, si nos duele algo nos tocamos, y desde que somos pequeños lo cogemos todo, comportamientos que lamentablemente vamos perdiendo con el tiempo.

El tacto nos da tranquilidad, calor, confort, placer y nos evita la soledad. Practicarlo es una dosis de cal ante la vida arenosa que llevamos los adultos.

El masaje activa nuestras propias fuerzas internas, ayudándonos a la autocuración y a recuperar la vitalidad perdida. El masaje, en definitiva, se percibe íntegramente en el ser. No ofrezcas resistencia al tacto y se abrirá ante ti un mundo lleno de nuevas sensaciones positivas. Piérdete en él: merece la pena.

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